Hace dos semanas me llegaron dos amores tremendos, uno es fanzine
envuelto en ese sarcasmo de hiel que
daña por ser tan verdadero y el otro es poemario brutalmente desestructurante de mentiras. Me lo enviaron dos poetas, Hor tensia y Erico.
Cada uno con el fuego de una honestidad que se hace a pie, que hace poco han tomado
el brillo de la amazonia mientras hacen trocha en lo que nos da miedo.
También junto a sus trabajos personales me llegó una vieja
revista restaurada totalmente por ellos, esta pareja de editores magos es
familia nómada que recolectan lo que en otras vidas fui perdiendo. No puedo contarles de la revista AYACUCHO pero si pasan por casa se
las mostraré con la misma sorpresa que la recibí y comprenderán que era mía,
tenía que venir a la costa enviada por ellos. Lo que juntan a su paso Agustina
y Erico es alimento de hoy para mañana pero que deberás comerlo en estado futuro,
casi de ensueño o de premonición. Así hacen sus textos, fanzines y cuadernos
para salir del ahora tonto, para estar en el TIEMPO del rebuscar las salidas y remover las
trampas más tramposas.
Ante estos regalos me desplomé y morí otra vez en el mismo jardín donde nací
a tantas otras vidas. Pasaron unos
minutos pero no pude seguir la conversación, habíamos entrado en otra, la que tenía que SER y el
Guille Villani lo sabía. Agustina y
Erico me dieron el impulso para encuadernar mis apuntes y me enviaron Guillermo, editor, poeta como
fantástico creador. Con Guille, Vil ediciones hizo una curva en el viaje y quedándose
más días en Lima hemos jugado responsablemente a editar; el oficio requiere siempre
lo mejor de cada uno. Hemos editado un
pequeñito libro que no tiene un nombre, bueno sí, tiene por nombre un dibujito que va en la portada, el dibujo de un “ombligo ovillo” que
durante muchos años de tarde aprendí a escuchar con el viejo Vicente Santuc sj.
Todo nos es revlación y por eso todo es imposible de
comprender, sólo entenderemos en partes, pero ahora el cuadro que mismo Vicente
trajera a Mashara un día de septiembre de un año del pasado, es cuadro que hoy cuelga sonriente mostrándonos
los sueños de todos, de todas, donde no falta nadie – Esto me lo enseñó así Vicente- Y le
sigo creyendo porque ahí están mi
familia editora, los sueños de la pequeña Ushpicha y esa filosofía de ombligo
que se hizo teatro chiquito con su
poética pequeña que sostiene “En las
hojas de los árboles”
Gracias Guille, Agustina y Erico
Gracias mi viejo Vicente
Ustedes son mis pueblos.
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