El actual alcalde de Lima, señor Luis
Castañeda Lossio , quien ganara las elecciones con un respaldo del 48% de los
pobladores, nos ofrece la mayor expresión de su prepotencia y de su inmadurez política cuando ordena el borrado de
los murales que estaban en el centro histórico. Ante estos hechos hemos podido
leer o mirar por las redes sociales la inmediata protestas de algunos
activistas y artistas que nos recuerdan que podemos y tenemos derecho a
expresarnos. Como también se ha buscado
rápidamente las declaraciones de un extraordinario artista buscando la
justificaión de esta “borradera” o defensa del patrimonio cultural. Entonces me
he preguntado ¿por qué? Y con esa
distancia cercana que me brinda el ser ciclista de la ciudad que va un ritmo más calmo, descubro que es una
estupenda estrategia esta de hacer hablar a otros para dar sentido de “discusión” a algo que
simplemente es una niñería. Porque entrar al debate de ¿qué es cultura? O ¿esos
murales borrados son arte? Nos lleva a ese evidente a un terreno fangoso, un callejón
sin salida y de polaridad que más que un pensarnos como ciudad nos lleva a eliminar o “borrar” al contrario o
al próximo. Aunque también es bueno recordar que no es la primera
vez que desde al municipio se atenta contra los murales tal es el caso de las
pintas urbanas del Averno que avivaron
bellamente la resistente calle Quilca, murales que como ciclista muchas veces
me invitaron a parar y seguir, y esa borra ocurrió en la gestión de la Señora
Villarán.
Esta querida Lima nos exprime la paciencia por eso me indigna
que alguien la violente más, y más si el que violenta es el mismísimo alcalde
provincial que tendría la oportunidad de transformar y dar una oportunidad al
buen vivir. Pero no todos ni todas pensamos lo mismo, sabemos que el eslogan de
campaña en boca de la gente fue “roba y hace obras”. También me indigna la no conclusión
de la obra en la avenida Venezuela o el
que hace dos años se cayera el puente que une Mirones y San Martín de Porres y
esa espera sea un maltrato cotidiano.
La Cultura como experiencia de
construcción sigue siendo un reto de todas y todos, por eso ahora tomo el
nombre de la artista muralista Mónica Mirós, quien como mujer reivindicó la
calle y fue con otras y otras que llenaron de color los patios, los edificios y
sin saber del todo, como ocurre en el arte sincero llenaron de color nuestros corazones, esos murales nadie podrá
borrarlos como Quilca o el Averno, ellos siempre susurrarán desafiantes en las
calles ya son parte de nuestra historia.
Lo que no es, no es
pero lo que fue siempre será.
Reivindico el derecho de mi ser minoría, de ser gris como mi
Lima y una gris no es para nada poca.
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Una obra de inmigrantes es un gran ciudad no pudo zafarse de las pintas y murales, el sábado como solidaridad ante lo borrado y ante la agresión a las y los artistas, volvimos a abrir las cajas de Maremar (obra de teatro), las pintas son obra del joven artista Rodrigo Tarazona que el marzo del 2010 nos dejara su huella.