Se habla de diálogo, se habla de
no negociar con los que faltan a la autoridad. Me refiero al problema ocurrido
en estos días en la provincia de Espinar (Cusco) y la protesta anti-minera. Desde
el trabajo que realizo como creadora teatral pongo atención antes estos lamentables sucesos.
En medio del conflicto intento
sacar algo claro. Primero noo diré que no estoy en contra del desarrollo porque sí
estoy en contra de este desarrollo como único modelo. Que leyendo las diversos
informes reconozco que tal vez existan dirigentes que negocian con los conflictos, pero no son los únicos que negocian, todos negocian. Estos
conflictos nos demuestran que el hilo de la madeja del desarrollo ha sido bien anudado
desde hace muchísimo tiempo, que son estructuras que impiden pensar y hacer las
cosas de otra manera.
Ahora que vamos recorriendo
nuestra América y nuestro país me doy cuenta de lo lejos que estamos de
sabernos, que vivimos demasiados en nuestros prejuicios como urbanos y nuestros
análisis son cada vez más torpes. Intentamos seguir moviéndonos en la prudencia de lo
políticamente correcto y eso no existe. Mientras que sí, es real la agresión a
la tierra, muy especialmente la agresión y hostilidad a los pueblos indígenas que
nuevamente están en la noticia por defensa y autonomía de sus tierras. Junto a
esta realidad son también reales esas
nuevas tribus urbanas desde quienes recogemos los viejos relatos de solidaridad
y reciprocidad, son voces de jóvenes, gente que sueña y trabaja por una otra
posibilidad. Uno de eso grupos es el colectivo La Mancha, jóvenes con sueños y
propuestas que guardan relación directa con los wayuu, indígenas que ocupan parte
del departamento colombiano de la Guajira y parte del estado de Zulia en
Venezuela, jóvenes y profesionales que están en contra de la minería de carbón a cielo abierto en la cuenca del río
Guasare, también en Zulia.
El pasado 8 de mayo tuvimos un encuentro inesperado con el colectivo La Mancha, tan gratuito como la poesía de sus presencias en mi ofrenda teatral al Pesebre de Canchancha. Son actuales sus sonrisas, sus abrazos como “ombligos trenzados” guardan el calor de esa noche, sus miradas y, por su puesto el deseo compartido desde antes del encuentro, deseo que iluminó a Nicanor padre, deseo que nos justó y nos devuelve a la distancia. Ahora que vosotros y otros de por ahí arriba me ayudan a pintar una nueva cartografía teatral que por ahora llamo “En las hojas de los árboles orígenes II”, agradezco la presencia de los wayuu en el palafito regalado, en su voz compañero Nicanor Cifuentes Gil que me recuerda la gota gratuita del amanecer.
¿De qué se trata esta aventura de trabajar relatos e identiades desde los mitos ?
Cuerpo Olvido
“Escuchamos,
el caer de las hojas
Nuestro andar ciego
consuela,
cabellera de ríos
por raíz
lavando existencias
enmohecidas.
Seguimos,
no viendo las hojas
que se secan,
tropezando con nosotras
mismas
Cuando la lluvia y
la niebla entran
nos escondemos de
ellas.
¿Queda tierra de
memoria?
Mientras olvidamos que
ellas
somos nosotras
mismas.
¡Actuamos!
(HQ)