Navegamos para cruzar fronteras

viernes, 1 de noviembre de 2013

XVII Festival INTERNACIONAL DE DANZA MARACAIBO, un puerto para Mashara




Un día hace tanto tiempo nací, sólo sé que fue un ayer precioso por ese misterio que nos da la distancia y por esa contundencia que aún siento que vive aquí, allá, en mí y porque a eso le llamo, amor.  En aquellos tiempos unos cables de electricidad casi arrinconaban la casita, mientras la manzanilla fresca en una olla de varios litros de agua soltaba sus frescos aromas y nos daba paz, junto, una batea blanca para pescado que llevaba el sello de EPSEP1 donde bañaban a los más pequeños, también un batán de piedra siempre con breves restos de la última crema preparada y  las piedritas traídas del mar chalaco, bien guardaditas dentro de un frasco de vidrio, esperando ser liberadas por los juegos de mis hermanos. Y unas revistas de papel lustroso que mi madre reservaba para dármelo cuando creciera, y ese crecer eran unos meses más. Esos fueron algunos de mis primeros acompañantes. Y si hoy el recuerdo es tan preciso es porque mi familia me ayudó a juntar estas y otras memorias. No hubiera podido recordarlos sola, a veces han sido ellos y ellas, otras una luz, un olor, el canto de lo que parece vacío y sin embrago siempre habla, así también son los sueños. La suma de todo esto fue esa siembra de amor desde antes de nacer, durante mi primera infancia que hoy milagrosamente sigue dando frutos en mi.

Ahora al ver a todos mis elencos de teatro, a  todos los que con una mirada, de esas que hay muchas, sólo encontraría objetos, elementos o utilería teatral concreta. También un tiempo esa mirada fue mía pero hoy puedo afirmar que nací en el teatro y no en las tablas como con justeza otros colegas aseveran al referirse al oficio de actores de sus padres o porque los amantaron entre ensayos y ensayos. Yo nací en teatro, junto a esa batea de pescado, a esa piedras libertarias, a las revistas que nunca cumplieron su sola función utilitaria, todo ello se trasformaba y conseguía en mi una risa o un gran susto. Este teatro estaba antes de cualquier descubrimiento mío, se me acercó y siempre fue más difícil que un concepto porque era “la experiencia”,  una relación entre lo que podría ser a partir de lo que se es. Y nunca sabremos con certeza lo que realmente es cada quien y  cada cual.


¡¡El teatro se originó en la cocina de mi casa!!2   Recuerdo este texto del final de “En las hojas…” mientras me preparo para participar en el XVII Festival Internacional de Danza que organiza el departamento de DANZALUZ de la Universidad del Zulia, en este departamento están los bailarines y coreógrafos con quienes pude compartir, hace poco más de un año,  la espiritualidad de la creación que sostiene las obras de Mashara. Entonces Elizabeth Medina, Gilberto Rincón, Carla Peña, Ameley Rivera y Hugo Barboza forman parte de esas presencias que me devuelven también a esa identidad de ser próximos en la familia del arte y de ser no sólo por el pasado sino por lo que aún estamos por descubrir.

La invitación para que dos obras de mi pequeño teatro, “MAREMAR” y “a-Las de lata” (acústica) estén presentes en el XVII Festival de Danza, me abre emociones, generosidad, sonrisas, y hasta algún susto que ya aprendo a domesticar. Imposible no crear con todo aquello que vive en nuestras tierras, calles y gente, caminos y “seres”, en nuestras grandes y pequeñas historias de amores y también de traiciones. Crear es una manera de explorar y abrir nuestro propio cuerpo sin tiranías del tiempo, del dinero o de industrias, porque sólo con locura podemos responder inciertamente. Mashara permite y se fía de la teatralidad de las tribus que intentan beber de cada compañero de elenco: zapato, papel o cuerda, sin dejar de ofrecerse como agüita fresca si otro lo necesita, y que crece aún más cuando sin distancias encontramos a otros y otras para resistir, trabajar y ser fieles o felices que para el caso es el mismo acto fugaz.
Gracias al Teluz por permitieron nuevos puertos.
Al que confía en el nacer de cada día y cree en la hermandad de los peregrinos, como es el entrañable poeta Nicanor Cifuentes.
A los que nos vienen y nos llevan como DANZALUZ, con su juego encarnado.
Gracias al teatro de cocinas que aletea en el polvo de la perseverancia y es movimiento, ¡vamos!
 (hq)

1 EPSEP siglas de  Empresa de Peruana de Servicios de Pesca.

2  Texto de la obra “En las hojas de los árboles, ORÍGENES” de Mashara Teatro Intercultural – Perú.

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