No lo busqué, como todas las cosas que me pasan con el arte, no lo busqué conscientemente, pero lo buscaba. Puedo decir desde mi trabajo de creación que el teatro siempre es memoria.
Nadie quiere ver el pasado en estos tiempos, especialmente porque el momento actual para muchos no invita a mirar atrás sino al futuro, ahora que somos “el país que avanza”. Nos gustaría saltarnos a la torera el pasado sin comprender que eso también es nuestro futuro. Mirar la vida con pasado es terriblemente hermoso, mirar no es quedarnos en un tiempo sino reconocer que aquello está hoy transformado y conforma el presente. No se trata de negar las llagas, se trata de mirarlas desde la experiencia de la resurrección y esta no es una simple memoria o la narrativa de un bando, esta es otra memoria.
Pero existen las versiones del pasado y muchas construidas desde la “oficialidad” que siempre es tan evidente pero, desde la experiencia entre el colectivo Vuelos y Mashara, eso no es lo importante. En el trabajo de la memoria también se trata de denunciar las tragedias pero no sólo de un lugar y tiempo, estamos invitadas a mirar nuestro cuerpo y encontrar eso universal y sabernos cuerpo-mundo-creación. Por supuesto que sí denuncia, pero se trata de algo que nos transciende. No existe denuncia sin transformación constante, preferiría llamar a esta acción: develar, porque se trata de hacer visible algo que está oculto para la sociedad, para la tradición, para la costumbre o para una persona.
Pero no es fácil esta develación porque hemos acomodado demasiado los principios, las maneras de debatir, las maneras de contar, de buscar para que nuestras seguridades, que pueden ser las más justas y solidarias, no se muevan. También la manera de rebelarnos a nosotras mismas está muy instalada. Como actores siempre tenemos la tentación de manipular el método como si se tratara el teatro de sólo técnica. ¿Para qué crear? Es otra manera de preguntarnos para qué vivir, amar, callar….conocer, podría ser cualquier verbo.
Para intentar seguir la pregunta del sentido hemos de contemplar el mundo, contemplarnos en este tiempo y espacio. Desde esta manera nosotras hemos encontrado al más grande negocio del mundo y de los tiempos: el miedo. Existe un mercado del miedo con sus empresas de armas, de religiones, de farmacéuticas, de cirugías, de alimentos, de desartres y de medios de comunicación, sin embargo también existe un “mercado de la memoria”, no podíamos ser ingenuas, el trabajo de “Cenizas,ushpa” nos confrontó con el espacio dónde nos movemos más allá de nuestras razonables elecciones, por lo tanto no es terreno llano, la memoria sin conflicto no existe. Pero esta manera de asumir el conflicto no llegó luego de tener acabado el proceso de construcción, sino que estuvo en la lucha por desinstalarnos cada noche como cada mañana por dónde la creación nos llevó. De esta manera para cuando decidimos sacar a la luz "Cenizas, ushpa" nuestros principios eran cenizas de las que brotaron otros nuevos, por eso con paz esperamos que otros y otras miren, se pregunten, y nos etiqueten, como es natural que todos lo hagamos, que si nuestra manera es feliz o no, que si es ambigua puede ser, que si es tal o cual. Todo será bien recibido porque no buscamos la aprobación ni la desaprobación, exploramos y arriesgamos en diversas maneras de contar y de hacer del instante la historia porque no existe una sola memoria, ojalá fuera tan sencillo. Memorizar no es lo mismo que memoria.
Como dice Ciela, mi directora-compañera, nos encontramos “para duelar juntas” , es que morir a seguridades es nuestra manera de no acomodarnos, de vivir siempre esa incertidumbre como maldición y bendición capaz de hacernos levantar cada día y acudir al entrenamiento donde se sostiene nuestra vocación teatral para no perdernos.
Hoy como antes y siempre el teatro es rebelión y que no hay dos, ni tres maneras de contar, de decir qué fue de las matanzas, de las situaciones de conflicto. “Cenizas, ushpa” es duelo, pelea, sanación y trance desde el rencuentro con los y las indígenas, con los y las desaparecidas, con las madres, con las hijas, con los hermanos y hermanas, con los papeles, con lo letrado y lo iletrado de todas Las Historias que creen a pesar de la incertidumbre. “Cenizas, ushpa” es una transformación no para ver allá, a ellas con sus caminatas hacia los cuarteles buscando a sus muertos sin cuerpos o en las rodas en Plaza Mayo, o recordando los trenes en los campos de concentración. Si fuese así estaríamos detrás de las memorias. Es decir viviendo sin tiempo como ausentes de nosotras mismas. Mirar para mirarnos desde nuestra pequeña historia diaria donde habita, llora, ríe, reclama, e ilusionan las Memorias. Si buscas las memorias su otro nombre es Presente.
Es en este presente que encontramos el sostén de estos largos meses de trabajo y el espíritu de lo que se abre con esta temporada de estreno en Ayacucho. Presente los hallazgos de la actriz, presente los ojos y el corazón de las sugerencias de la directora que siempre asistió desde su ciudad a cada ensayo en la cueva creadora. Auí está la ventana virtual del blogg y los largos diez días para la llegada del correo postal, ahora que todo lo queremos tener ¡ya!. Con cielo, tierra, mar-sudor ellos y ellos “invisibles” de de otras memorias nos permiten ser visibles para ustedes.
En el día del solsticio de invierno- 24 de junio 2011. Gracias al teatro que siendo actores de polvo y cenizas nos transforma para atrevemos a hablar.
Hildy Q.
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