Las luces del
teatro están apagadas, luego se enciende una lúgubre luz que ilumina a un
cuerpo vistiéndose con una túnica, danzando al ritmo de una melodía mística,
dejando caer de sus manos puñados de cenizas formando círculos a su alrededor.
Y así empieza la actriz a contar la historia de cuando muchas personas tuvieron
que adentrarse a la ciudad que para muchos significa la verdad, lo real; pues
lo que ocurre lejos o fuera de ella, es considerado irreal, algo que por estar
muy lejos no tiene sentido de existir, por ende esos lejanos lugares no existen
para nadie que vive en la ciudad.
“Se tiene
derecho a la soledad pero no a la ausencia…”
La historia,
nuestra historia del pasado peruano no tiene entre sus líneas a los últimos
sucesos ocurridos entre 1980 y 2000, en donde muchas personas fueron
desaparecidas forzadamente, y como muchas de ellas eran consideradas analfabetas,
porque no pudieron acceder a la escuela, entonces no fueron considerados parte
importante para incluirlos en la historia de nuestro pasado peruano, los
olvidaron una vez más, los desaparecieron una vez más.
Los libros de
lengua castellana de la ciudad son considerados como el único medio de impartir
educación, dejando de lado aquellas tradicionales formas de educar de nuestra
cultura, como los cantos, lenguas nativas, cosmovisiones, etc. Consideradas
formas primitivas de vivir, nada civilizadas, en consecuencia anuladas de los
programas educativos a nivel nacional. Las diversas culturas que deberían
enriquecer nuestro acervo cultural nacional son eliminadas sistemáticamente sin
importancia alguna, por esto se dice que “…el problema de la masacre se
presentó en el etéreo plano de los desencuentros culturales…”.Las emociones nos traen diversos recuerdos, recuerdos con dolor en donde la ausencia cobra presencia, en donde los rasgos físicos de las personas desaparecidas cobran color, formas, nombres, edades, gustos, profesiones, lenguas maternas, géneros, sonrisas, vínculo.El recordar, el pensar se vuelve doloroso “…dicen que nuestro pensamiento está lleno de agujeros…, sin embargo podemos pensar a pesar de esas condiciones traumáticas…”
“…aunque me
digan que estas muerta yo te seguiría buscando…” frase que muchas personas han
dicho y siguen diciendo buscando a sus familiares desaparecidos, pues el amor
nunca se olvida. Las alegorías que nos muestra la actriz intenta hacernos
sentir lo cruento y triste que fue y es para muchas personas el haberse obligado
a convivir con la presencia de la ausencia de sus seres queridos. Muchos de
ellos desplazados forzadamente, sin “papeles”, en una ciudad en donde se dice
que la historia empezó con la escritura, en donde los que no lo tienen o no lo
saben, no existen, en un país en donde muchos de los que ya no están no lo
tenían, por eso no existían, por eso no se sintió la pérdida de los miles de
peruanos y peruanas, porque para el Estado no existían. Por ende, ¿cómo
extrañar o buscar a aquellos que no están si nunca existieron?, a aquellos que
se encontraban desaparecidos quizás desde siempre.
Por eso aquellas
“madres que sólo llevaban el nombre de sus hijos escritos en sus brazos” o en
un simple papelito, no fueron tomadas en serio, porque buscaban a personas que
“jamás existieron”, señalándolas de locas.
“Cenizas de
memoria” que manchan rostros, que cubren de color gris las páginas de nuestra
historia reciente peruana. Sin entender que todos somos todos, que somos parte
y totalidad de lo mismo, la vida humana, los ciclos de la vida, por esto a modo
de profecía la actriz termina diciendo “...el último ser tendrá tu mismo
rostro, tu misma edad, tu misma boca llena de preguntas…tal vez las personas
que buscamos aún no han nacido…”
“…las flores están en el cementerio…”[i]
[i]Reseña sobre la obra de teatro sobre memoria y
desaparecidos: Cenizas Ushpa, de la actriz Hildy Quintanilla. Mashara Teatro
Intercultural.
* Socióloga, investigadora sobre el tema de
memoria y desaparición forzada de personas. Miembro del Colectivo Arte por la
Memoria y Coordinadora Contra la Impunidad.